Vivimos en una era consumista, y
aceptemos que por mucha crisis que nos invada esto va a seguir siendo
así. O decirme si alguna vez no habéis comprado algo porque simplemente
os apetecía... ¿nunca?¿nada?
No vamos a
debatir si luego nos arrepentimos o no, o qué personas son más
consumistas. El hecho es que tenemos que evitar comprar algo si existe
otro producto que lo sustituye perfectamente, y más si nos estamos
refiriendo a productos que van a estar en contacto directo con la piel.
La expresión ¡Hay que cuidarse la piel!
no significa que tenemos que tener cien tipos de cremas distintas para
cada momento del día, y aquí entra la parte en la que hablo de mi
experiencia.
He podido contar más de 20 tipos de cremas en mi cómoda...y lo cierto es que NO me da tiempo a utilizarlas todas, IMPOSIBLE.
Y si, cada una es para algo distinto, y a veces todavía digo: ¡Jobar,
no tengo algo para las rojeces...! Luego acabo riéndome, y diciéndome
que no puede ser...
No caigamos en ese
error, no se trata de tener muchas cremas, si no de tener la adecuada.
Porque no olvidemos que como en los alimentos, la cosmética tiene un
periodo "óptimo" después de la apertura, o fecha de caducidad, y a veces
una crema caducada no sólo deja de hacer su efecto sino que puede hacer
daño en la piel.
Para evitar que esto nos pase, os digo lo que yo hago: