Todos sabemos de la existencia de las mascarillas, desde las que vienen en polvo hasta las más gelatinosas y pringosas, pero... ¿las utilizamos correctamente?
Tenemos que identificar nuestro tipo de piel para saber qué productos le vienen bien y cuáles mal, y a partir de ahí, todo será sencillo. No necesitamos la mascarilla de las famosas si tenemos los ingredientes necesarios en nuestra cocina, y seguro que sí que los tenemos.
La finalidad de las mascarillas es proporcionar a la piel lo que necesita y de lo que carece.
Tenemos que entender que la piel al cabo del día pasa por muchos agentes externos que no hacen más que estropearla o secarla: la exposición al sol, el polvo, las bacterias externas... y eso hace que con el paso de los días se vea muy "cansada". Por ello, una o dos veces por semana vamos a aplicarnos una mascarilla. No necesariamente tiene que ser tratante para algo en especial, simplemente una nutritiva haría que la piel luciera mucho más bonita, y mucho menos gastarnos dinero si la podemos hacer en casa:
Mascarilla nutritiva casera.
Pelamos la pera y la deshuesamos, y junto con el yogurt y dos cucharadas soperas de avena molida (yo la compro en copos y la muelo para que no pierda las propiedades) y lo batimos hasta tener una mezcla pastosa.
Si la pera está madura no hace falta ni licuadora ni nada, con las manos lo hacemos perfectamente.
Lo suyo es aplicarla con una brocha de pelo sintético, pero... ¡a falta de pan, buenas son tortas!, así que con los dedos lo haremos igual de bien. La tendremos en el rostro de 15 a 20 minutos, a veces esto se hace pesado, así que buscaremos antes algo que hacer... leer un rato, hacer la cena o tirarnos en la cama a relajarnos, es tu momento del día, así que disfrútalo.
Cuando la retiremos con agua tibia notaremos la piel formidablemente suave y limpia.
Se puede utilizar en periodos de lactancia y no es sólamente para mujeres... así que ¡anímate!
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